lunes, 8 de julio de 2013

Cambio de estrategia para los bulbos

Cormo de Triteleia laxa repleto de cormelos
Estamos en la primera mitad del verano y viendo el panorama, parece que ya puedo dar por concluida la temporada de bulbosas para este año. Sólo quedan por salir de cuentas dos especies: Nerine bowdenii, que como planta de floración otoñal que es sigue con las hojas verdes e impecables, y Ornithogalum saundersiae, que siguen con sus hojas en crecimiento y no tengo idea aún de cómo se desarrollará. El resto, incluso especies que podrían haber florecido ahora en verano, están secas o a punto de hacerlo.

Efectivamente, y aunque no me sorprenda, la inmensa mayoría de bulbos de plantación invernal se han quedado sin florecer. Sólo lo han hecho los gladiolos enanos -ahora ya puedo dedicarles una entrada, pues han terminado su ciclo- y, si queremos incluirlas, las azucenas, a las que tengo como grupo de plantas aparte. Esto es, que lo referente a bulbos y cormos secos ya no da más de sí y muchas especies están listas para extraer, llenas de propágulos, sin hojas y hasta sin raíces. Y aunque esta no era la idea inicial, lo cierto es que con todo sobre la mesa ahora es el momento ideal para reorganizar el contenedor de bulbos.

El hecho de no haber florecido no es del todo malo siempre y cuando las plantas hayan aprovechado este año para tomar fuerzas. No obstante, resulta curioso que la mayoría de veces que he plantado bulbos de verano ocurra esto; mi hipótesis al respecto es que las plantas, de origen holandés, se encuentran con un cambio demasiado brusco de temperaturas y no son capaces de formar flores. Todo fue plantado la primera semana de marzo, en macetas separadas -no podía tocar nada del contenedor, que se encontraba en época de floración- y prácticamente todas las plantas han sacado sus hojas: Triteleia, Tigridia, Gladiolus callianthus y un par de tipos de Crocosmia. Sólo quedan verdes las hojas de algunas de éstas últimas, pues las Triteleia 'Queen Fabiola' fueron de lo primero en secarse y ya las he sacado, y las Tigridia, verdes hasta hace poco, han ido decayendo y no creo que se recuperen ya.

En un caso más extremo tenemos las Leucocoryne, que ni siquiera han llegado a sacar hojas aunque al escarbar la maceta encontré todavía pequeños cormos en buen estado. A los Allium moly les pasa un caso similar que me tiene ya mosqueado: plantados en otoño o invierno, no llegan siquiera a asomar, pero al desenterrarlos en verano están blandos y con un brote que no llega a estirarse y convertirse en hojas. Después de esto casi siempre acaban muriendo, así que este año si los repongo serán de un origen distinto.

Como se ve en la foto, los bulbos se reproducen de manera vegetativa a pesar de no florecer, y vaya si lo hacen. Estas Triteleia eran 40 al plantarlas pero, aunque no he contado cuántos cormos grandes he recuperado, cada uno de éstos ha generado de 10 a 15 cormelos nuevos, con lo que si han sobrevivido las 40, habré sacado más de 450 pequeños cormelos que no me sirven de mucho y tendré que regalar o incluso tirar. También he desenterrado los iris holandeses 'Blue Magic' (que han engordado bastante), las Ixia, algunos gladiolos enanos del año pasado (que se secaron en invierno y ni siquiera han tenido hojas esta primavera) y varios bulbos que me he ido encontrando por el camino al desenterrar.

Ahora el objetivo es, como decía, organizarlo todo para volverlo a enterrar únicamente en el contenedor grande. Puedo combinar plantas de altura similar y juntar muchas similares, como los crocus, que los planté separados por tipo y no hubiera pasado nada si los hubiera entremezclado, ya que no tengo más de cuatro tipos y todos son perfectamente reconocibles. Con este sistema lograré compactar incluso un poco más las especies presentes, que todavía dejaron muchos claros vacíos el año pasado a pesar de haber tantos bulbos juntos.

La parte mala, a la que de momento no sé qué solución darle, es que el plástico del contenedor de los bulbos se está resquebrajando por culpa del sol. Hace más de un año, cuando hice el contenedor de las anuales, me vendieron un plástico negro y blanco más resistente (que de hecho sigue igual de bien que entonces), pero cuando volví a pedirlo en la misma cooperativa, me dijeron que aquello fue un rollo que tuvieron de casualidad hasta agotarlo, así que tuve que optar por otro plástico grueso y transparente. Sacar la tierra y volver a forrar el contenedor es un poco complicado -hay más de mil litros-, pero puedo reforzar la parte anterior dejando caer alguna lámina más de plástico con cartón, para al menos protegerlo del sol. Ya veré, desde luego el verano va a cundir lo suyo.

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