viernes, 30 de agosto de 2013

El esperado cambio de tiempo

Gaillardia aristata
Debe ser complicado que un ciclo se repita durante dos años seguidos, y más cuando la tónica habitual era que esto no ocurriese. A finales de agosto de 2012 el calor veraniego se vio disminuido por una tromba de agua que caía casi al término del mes, relajando el clima y aportando una buena cantidad de agua a las plantas. 2012 tuvo un verano más cálido y seco que el actual, pero por suerte el cambio se ha vuelto a producir. No sólo ha sido similar, sino que la lluvia está durando más y trayendo más agua, casi como si estuviésemos ya en las primeras semanas de otoño. Las temperaturas mínimas no han bajado especialmente (siguen siendo más altas que las que hubo casi hasta finales de junio) pero las altas sí, amén de que la radiación solar ha estado filtrada desde el domingo por gruesas capas de nubes.

Si el año pasado caían unos 55 mm. de golpe en un sólo día, este año ha caido eso y más. En Cullera van acumulados ya alrededor de 80 mm. desde el lunes y todavía hoy viernes sigue lloviendo. La última vez que tuve que regar fue el sábado pasado, y ahora hay agua de sobra. Subrayo lo de "de sobra", pues hay pocas plantas ya que puedan aprovecharse de la situación, si bien yo esperaba este cambio no por ahorrarme unos riegos sino por el aumento general de la humedad en la tierra y la disminución del calor que hacen que ya pueda ir empezando a subir a la terraza algunas semilleras sin miedo a que se achicharren.

Antirrinos colonizando el contenedor
A las plantas que quedan les viene genial esta situación meteorológica ya que les devuelve la frescura que no han podido tener por muchos riegos que yo les dé. En lo peor del verano, regar cada dos días muchas veces es insuficiente, máxime si se hace a horas en las que la evaporación es mayor. Entonces, nos encontramos con hojas marchitas, partes secas y los temibles hongos. Con esta lluvia, plantas como las Gaillardia o los girasoles han vuelto a recuperarse y abren de nuevo sus flores.

Pero los verdaderos protagonistas de los días venideros van a ser los semilleros y los bulbos. A mediados de julio ya sembré algunas semillas de prueba y muchas plantas de esos días siguen vivas y con un aspecto tan bueno que todo parece indicar que seguirán hacia adelante. En estos últimos 10 días, aún sin saber que estas tormentas dejarían tan suave el tiempo, he empezado a preparar un buen montón más de semilleros pensando ya en replantar el contenedor de cara a la siguiente temporada. Actualmente quedan en él un montón de antirrinos que han ido creciendo a la sombra de las otras plantas durante la primavera-verano y ahora se convierten en los amos y señores. No sé muy bien qué haré con ellos, pero aunque me pese tendré que eliminar varios ejemplares, sobre todo aquellos que han crecido tumbados y ocupan espacio innecesariamente a lo ancho.

Girasol amarillo
Además de éstos, el grupo más compacto de lo que queda en el contenedor lo forman un antirrino blanco de aspecto impecable junto al que crecen las últimas Rudbeckia que quedan en flor. A pocos centímetros, la caléndula (la misma de siempre) y todavía dos zinnias forman otro grupo compacto. Puede que elimine las zinnias, pero las demás plantas estaría bien dejarlas allí y que protejan a las de próximas siembras. Quiero estudiar la posibilidad de moverlas de sitio ya que han salido donde ellas han querido y, por cuestiones de tamaño, preferiría tenerlas en otro punto.

El tema del contenedor de los bulbos sigue parado, me he relajado bastante. Todavía no he podido encontrar un plástico adecuado pero será cuestión de días que me decida por el que más me convenza, aún a riesgo de que vuelva a dañarse. Por si acaso, este año forraré antes la estructura con sábanas viejas, el mismo método que usé en el contenedor de las herbáceas y funcionó a la perfección. De momento todavía me queda un mes para ponerlo a punto, pues los bulbos de este año comenzarán a ir llegando a las tiendas a partir de esta semana y además tengo otra tanda de especies pedida que llegará este mes también. Lo importante es que para octubre estén enterrados -este año quiero hacer las cosas bien- y si la tierra se moja, que sea en su justa medida.

A pesar de que todavía hay tiempo para que vuelvan algunos días de calor, lo de esta semana ya no cuenta como los típicos chaparrones de verano que hacen mucho ruido y mojan poco. Es el primer indicio de la llegada del otoño, que no sabemos todavía cómo será, pero sin duda una época muy ajetreada para devolverle a la terraza el esplendor que el verano le ha ido quitando.

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