miércoles, 9 de enero de 2013

Acianos: destellos de azul puro

Capítulo a finales de enero de 2012
Los acianos o azulejos (Centaurea cyanus) son compuestas originarias de Europa, que crecen generalmente asociadas a los cultivos de cereal. Donde vivo hay varias especies de Centaurea y otras especies similares (Cheirolophus, Rhaponticus, Carthamus...) , siendo la Centaurea aspera la más frecuente, pero la C. cyanus no forma parte de nuestra flora, debido quizá a la ausencia de hábitats similares a las secas estepas cerealistas.

He sembrado tres veces esta especie, todas ellas provenientes del mismo sobre de semillas que todavía conservo y en el cual quedan algunas, aunque tengo un buen montón de simiente de cosecha propia. Lo compré en ALDI por 0,19€ y son plantas del tipo de la especie silvestre original. En LIDL también las he visto por 0.49€ pero en mix de colores (blancas, rosadas...) que no me llamó la atención, dado que considero que lo especial de esta planta es el poderoso color azul de la variedad original.

La primera vez las sembré en el balcón de casa, en 2011, y fue bastante decepcionante. Mi balcón, en un segundo piso, apenas recibe sol directo unos instantes por la mañana, cuando se encuentra bajo al este. El resto del día, el balcón permanece en la sombra, iluminado de manera indirecta. Por ello, no hay manera de que salga adelante una planta amante del sol, que generalmente crecerá hacia arriba en busca de éste. El resultado fue que, tras sembrar las semillas en marzo, para junio había conseguido unas pocas plantas de tallos lacios, poco consistentes, que apenas dieron unas pocas flores. Al menos conseguí verlas por primera vez.

Cipselas (frutos o semillas)
Ese mismo año, en septiembre, las sembré en la terraza a pleno sol,  en los mismos contenedores improvisados que comentaba en la entrada de los Xerochrysum; fueron las primeras plantas en brotar aquí y las que más pronto tenían una roseta de hojas bien visible. La germinación es rápida y relativamente sencilla: basta con depositar las semillas sobre sustrato húmedo, protegiéndolas de posibles agentes externos. Pueden estar germinando al día siguiente y en un mes ya tendremos varias hojas verdaderas. En mi caso, las plantas fueron desarrollándose a lo largo del otoño e invierno y abrieron sus primeras flores ya a finales de enero. Para entonces, las plantas habían alcanzado unos 60 cm. de altura, asemejándose a pequeños arbustos.

La planta consiste en una roseta basal de hojas y unos tallos que se ramifican en la mitad superior; tanto tallos como hojas, de color verde apagado, están cubiertos de una fina pelusa blancuzca. La floración, como todas las compuestas, se desarrolla en capítulos. En este caso no se asemejan a los de las margaritas o girasoles, sino que son más similares a los cardos (con los que guardan una estrecha relación). Las flores son todas tubulares, pero las que rodean el capítulo son estériles y presentan estructuras similares a pétalos. Las del centro son más cortas y poseen los estambres y ovarios.

Flores a finales de marzo
Estas plantas sembradas en septiembre siguieron floreciendo sin parar hasta que comenzaron a secarse y decaer sobre principios de abril. Cuando las plantas se secaron por completo las corté, momento en el que todavía conservaban flores azules a pesar de estar la planta totalmente convertida en paja. Dieron tantas flores que las corté una a una y las guardé con la intención de ir desgranándolas poco a poco. Debo tener semillas como para sembrar varios años sin tener que volver a comprar un sobre nuevo, así que los 19 céntimos que costaron fueron bastante rentables.

Al mismo tiempo que decaían las plantas del invierno, ya sembré unas pocas más en el mes de marzo. El ambiente primaveral parece acelerar el ritmo de todas las plantas, pues éstas crecieron tan rápido que para mayo estaban floreciendo, menos de la mitad del tiempo que necesitaron sus antecesoras. No obstante, las plantas tenían un aspecto extraño, como si se hubieran deformado por la acción de algún parásito, y las flores no tenían la misma viveza que las de invierno. Incluso me encontré una flor con falta de pigmentos que tenía una tonalidad violeta pálido.

Vista superior del capítulo
Las semillas tienen un tamaño bastante visible teniendo en cuenta el tamaño de las flores, y más si lo comparamos con muchas de esas anuales cuyas semillas son pequeñas como granos de arena. Realmente se trata de frutos, denominados cipselas, lo mismo que las pipas de girasol. Su aspecto es, a grandes rasgos, similar a éstas, aunque de color pajizo y con cerdas rígidas y cortas en el extremo romo.

Esta semana sembraré los acianos para este año, a ver si consigo plantas grandes y repletas de flores para cuando la primavera no haya comenzado a ser tan calurosa. Viendo el resultado obtenido el año anterior, me hubiera gustado plantarlas en otoño, pero no he dispuesto de sitio hasta ahora. Espero que el azul intenso de sus flores vuelva a brillar en la terraza, si puede ser combinado con los colores de otras especies.

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